La precariedad como motor narrativo responde al contexto del escritor, también en las nuevas generaciones de autores. 'Abril' habla con todos ellos sobre la única etiqueta literaria que refleja la realidad. [Inés Martín Rodrigo | EPE]
Rosario Villajos (Córdoba, 1978), que con su último libro, La educación física (Seix Barral, 2023), logró el premio Biblioteca Breve, sería, si convertimos la práctica en teoría literaria, una de las integrantes de esa no tan novedosa generación de autores españoles que emplean la precariedad que les acompaña, casi, desde su nacimiento como motor narrativo.
Porque la frágil sociedad, sobre todo en lo económico, en la que han crecido es, a veces, un potente catalizador de argumentos, de tramas tan reales como la vida misma, que es de donde, en realidad, salen. Lo es hoy, y siempre lo ha sido: desde El Quijote y Galdós a La mala costumbre (Seix Barral, 2023), de Alana Portero. “Supongo que ahora se habla más de temas que antes eran anecdóticos dentro del panorama literario. Me voy a corregir, no es que fueran anecdóticos, es que no conseguían el público que tienen ahora. La gente estaba a otras cosas: sobreviviendo. Creo que es más fácil leer (y escribir) sobre un tema cuando el tema ya ha pasado (una guerra, por ejemplo) o se ha instalado (como una crisis económica), que cuando acaba de ocurrir”, reflexiona Villajos.
Para Alberto Santamaría (Torrelavega, Santander, 1976), otro posible integrante de esa generación socio literaria, la novela es social “en sí misma desde siempre”. De hecho, en su opinión, ese género es “el terreno donde mejor se explora, desde hace décadas, las mutaciones sociales de nuestro presente”. En ese lugar le gusta situarse, y de ahí surge Barrio Venecia (Lengua de Trapo, 2023), su libro más reciente, en el que narra la heroica resistencia de la clase obrera en nuestro país y, también, cómo la miseria y la precariedad se heredan de forma irremediable.
Elena Medel (Córdoba, 1985) va más allá, y se pregunta qué entendemos por literatura social. Yo le contesto que, desde luego, Las maravillas (Anagrama, 2020), su debut en la ficción, entra dentro de ese género y rompe, al mismo tiempo, sus a veces limitantes costuras. Le interesa “la literatura que busca ‘intervenir’ en la sociedad: plantear conflictos, generar pensamiento y reflexión… El retrato que se fija de la historia, y la posibilidad de abordarla desde otros centros; cada vez me convence menos el concepto de 'margen', porque implica una jerarquía”. En sus primera versiones, Las maravillas se tituló Ideología, y tanto ese libro como la novela en la que trabaja ahora “parten de esa intención de retratar un momento histórico, con una presencia fuerte de las cuestiones de género y de clase”.
2. Victoria Cirlot: «Comprender un texto es como encontrar una espada enterrada»
De su amplia producción literaria han resonado con especial intensidad sus estudios acerca de la novela artúrica y la cultura caballeresca, el mito europeo del grial, la tradición visionaria de Occidente y las autoras místicas.. [Bruno Padilla del Valle | Jot Down]
P. Tus primeros libros, a comienzos de los 80, fueron como traductora del francés antiguo; pero tu interés por la interpretación era en un sentido más amplio. R. A Martín de Riquer no le interesaba interpretar, siempre decía: «Que interpreten los otros». Yo me reía mucho con eso, era un hombre muy divertido. Pero a mí sí me interesa la interpretación, y por eso le he dedicado mucho tiempo al estudio de la hermenéutica. La obra de Hans-Georg Gadamer ha sido para mí fundamental a la hora de entender exactamente en qué consiste una interpretación. Necesito extraer el sentido de los textos; y no solo de los textos, también de las imágenes.
Desde 1996 te dedicas en la Pompeu Fabra a las humanidades. Poca gente parece consciente hoy de que son nuestro sustrato cultural. R. Yo creo que las humanidades nunca perderán su lugar, pero estamos pasando una época muy difícil, eso está claro. En realidad, durante mucho tiempo han vivido a la sombra de las ciencias. Hay una obra extraordinaria de un autor que citaba antes, Gadamer, titulada Verdad y método, en la que emplea muchísimas páginas en dejar claro que las humanidades no se rigen por el método científico. A día de hoy en la universidad, y no solo la española, se nos sigue valorando a través de parámetros que imperan en el ámbito científico y que no pueden ser los nuestros. Lo de «más Platón y menos Prozac» no es un eslogan, es una realidad: necesitamos de la historia del pensamiento y de la obra de arte, pero también necesitamos de todo un sistema que nos permita llegar a comprenderlas. Porque de lo que se trata es de comprender.
P. Volviendo a los libros, no quiero dejar pasar la ocasión de que me comentes tu importante labor como directora de la colección El Árbol del Paraíso de Siruela. R. Para mí es un placer porque me ha permitido, sin ir más lejos, publicar a una Cristina Campo, a la que llevaba queriendo publicar 20 años y de la que por fin en 2020 editamos Los imperdonables. También ese Corbin desconocido de Acerca de Jung, o excelentes libros de discípulos míos que de otro modo no habrían visto la luz, como Los ensayos sobre el silencio de Marcela Labraña y La oficina de la nada de Felipe Cussen. Estas últimas son obras que considero importantes y que, además, son testimonio del trabajo que hemos hecho en la Pompeu Fabra sobre el estudio de la mística. La colección ha ido derivando mucho hacia ese ámbito, con textos como la edición de Pablo García Acosta del Libro de la experiencia de Ángela de Foligno, una lectura absolutamente inexcusable. Es una delicia poder publicar todo aquello que te gusta.
3. Emilio Santiago Muiño: “Imagino un mundo donde la libertad no dependiera de que tuvieses dinero”
"No es tan difícil imaginar una vida que sea compatible con los límites planetarios", asegura el antropólogo. Lo contrario conduce a un "incremento de las desigualdades, autoritarismo y una degradación de la calidad de vida". [Azahara Palomeque | Climática]
P. ¿Qué aporta Contra el mito del colapso ecológico (Arpa, 2023) en las conversaciones actuales? ¿Qué objetivo político lo empuja? R. Un pequeño matiz inicial. El libro defiende que las posiciones que gravitan alrededor del colapso son políticamente contraproducentes, pero hay una parte previa que argumenta que, compartiendo la gravedad del diagnóstico, pensar en términos de colapso tampoco es acertado como diagnóstico, al menos si utilizamos la palabra “colapso” con rigor. Sobre por qué publicar este libro ahora… La razón fundamental es que creo que las tentaciones colapsistas están haciendo al ecologismo comparecer en un momento en que su comparecencia política es clave. Estamos en años decisivos para la Transición Ecológica Justa, para vencer la batalla climática. Por tanto, es nuestra responsabilidad histórica construir un proyecto político de mayorías y creo que el colapsismo no ayuda a ello.
P. ¿Qué papel debería tener el estado en la gestión de la crisis climática R. Yo aquí haría una distinción, porque el colapsismo es una corriente ideológica en formación, que es compleja y hay distintas posiciones. Lo que analizo en el libro es que hay una parte del colapsismo que tiene mucho de rejuvenecimiento de las ideas anarquistas. (…) Tú tienes en frente un estado que no puedes vencer y el trabajo sucio te lo va a hacer el declive energético. Entonces eso da una oportunidad para construir desde abajo, desde la resiliencia local, desde las comunidades, que son iniciativas que comparto. Pero la tesis política del libro es que eso no basta. No nos basta con el trabajo comunitario.
Por tanto, creo que la labor del estado va a ser fundamental para bien o para mal, y que tenemos que disputar el control de los procesos de poder.
4. Mariana Travacio: vidas de mujeres que se asoman al precipicio
En estos relatos intimistas, Mariana Travacio relata con elegancia cinco historias de vidas que se derrumban. [Aloma Rodríguez | El Mundo]
Mariana Travacio (Rosario, 1967) es autora de las novelas-wéstern-rulfianas Como si existiese el perdón (2016) y Quebrada (2020), ambas publicadas en Las afueras, donde ahora aparece Me verás caer, una colección de cinco relatos en los que las protagonistas son mujeres en situaciones más que delicadas, casi de ruptura de su vida tal y como era. Travacio las retrata en el momento justo antes de caer.
En estos cuentos Travacio ofrece un registro estilístico bastante diferente al de las dos novelas, donde el paisaje tenía mucha importancia, eran novelas en cinemascope. No se nos dice dónde estamos, aunque a veces se den pistas. Eso tiene sentido porque salvo en Últimos rastros, que transcurre en El Tigre, no importa demasiado el lugar concreto, en parte porque son dramas íntimos: a una de las protagonistas se le mueve la dentadura; otra se da un baño liberador en el mar; una decide vender todas sus cosas puesto que su marido, expromesa del tango y al que busca la policía, parece que no va a regresar; otra es víctima de un estafador; otra escribe cartas a su tía muerta.
5. 'Vagos y maleantes': cuando el franquismo hizo del odio a los homosexuales política de estado
Veinte años después de su publicación y cuando muchas de las conquistas recientes parecen cuestionadas desde ciertos sectores, vuelve a ver la luz el ensayo de Fernando Olmeda sobre la represión del colectivo LGTBIQ+ en los oscuros años de la dictadura. [Eduardo Bravo | EPE]
"Mientras trabajaba como presentador y editor de los fines de semana de informativos Tele 5, se tramitó la Ley de matrimonio igualitario, en cuya defensa me impliqué. En ese contexto, surgió la posibilidad de escribir un libro sobre la homosexualidad en el franquismo, que era un tema que no había sido estudiado ni desde la academia, ni desde la historiografía, ni siquiera desde los propios movimientos LGTB, que estaban más centrados en la teoría queer que en la historia", recuerda Fernando Olmeda, cuyo libro El látigo y la pluma acaba de ser reeditado por la editorial Dos Bigotes con un prólogo escrito para la ocasión por Bob Pop.
"Aunque estábamos a principios de los dos mil, la gente todavía tenía miedo social, familiar y laboral a contar su vida. Por eso fue muy importante poder acceder a los expedientes de peligrosidad que estaban en la cárcel de Huelva. De hecho, a la hora de analizar esos documentos, no me interesaban tanto los nombres de los represaliados como la letra de la persecución. Es la letra de los expedientes de la Ley de Vagos y Maleantes y los de la Ley de Peligrosidad Social la que explica realmente cómo fue la persecución de la homosexualidad tanto legal como social".
6. Intensidad de la memoria
Pierre Le-Tan retrata, con una mirada llena de melancolía y de piedad, una ciudad que ya no existe, 'El París de mi juventud'. [César de Bordons | Dirio de Sevilla]
El París de mi juventud (Cabaert Voltaire), es una colección de pequeños textos acompañados de ilustraciones en que el autor visita aquellos lugares que, desde su infancia, han ido trazando una especie de recorrido sentimental, un camino marcado por estaciones, y en ellas personajes, que emergen del olvido. Cruzan por estas páginas algunas figuras curiosas del siglo XX que el escritor conoció siempre en circunstancias interesantes, como el emperador Bảo Đại de Vietnam, títere depuesto que vagabundea pesadamente por los pisos de sus amantes, o el icónico Yul Brynner –“cuya rutilante calva tanto me impresionó de pequeño”–, el gitano de Vladivostok que había dado vida al Ramsés de Los diez mandamientos y al rey Mongkut de Siam en El rey y yo, y que visita a una familia de parisinos para tocar con ellos la guitarra y recordar viejas canciones zíngaras.
7. El escritor Héctor Abad Faciolince, herido leve en el ataque ruso con 10 muertos en una pizzería ucraniana
En estado crítico la escritora ucraniana Victoria Amelina, que cenaba en el restaurante de la ciudad de Kramatorsk con el autor colombiano, el diplomático Sergio Jaramillo y la periodista Catalina Gómez. [Fernando Díaz de Quijano | El Cultural]
Faciolince, que forma parte de la asociación Aguanta Ucrania, estaba cenando en el restaurante con sus compatriotas el político y diplomático Sergio Jaramillo, excomisionado de paz, y la periodista Catalina Gómez, que también resultaron heridos leves, y con la escritora ucraniana Victoria Amelina, que se encuentra "en estado crítico por una lesión en el cráneo, causada probablemente por los vidrios y vigas que volaron", explicaron anoche en un comunicado conjunto Faciolince y Jaramillo.
BREVES
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