Un libro gozoso, 'Las cartas del Boom', recoge las correspondencias de García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Cortázar. [Juan Cruz | EPE]
Así pues, mucho más que el puñetazo que constituyó lo más visible de aquella ruptura entre Vargas y Gabo, el Caso Padilla ya había socavado la esencia más visible de la amistad de aquellos escritores que formaron parte del cuarteto que había hecho grande la casa común del Boom. Heberto Padilla volvió del extranjero, de distintos empleos proporcionados por la Revolución. Él consideró que era momento de darle a ésta una reprimenda, la autoridad de Fidel Castro se sintió herida por las denuncias de su paisano y lo siguiente fue el apresamiento del poeta, cuyo libro Fuera del juego sería la piedra de toque de la indignación castrista.
Los juntó la literatura, los hizo amigos el entusiasmo común por la literatura de cada uno de los otros, y ahora son protagonistas de Las cartas del Boom (Alfaguara), mucho más que un libro. Como si en ese libro se detuviera el tiempo de aquella amistad, para congelar la vibrante relación que tuvieron los cuatro, sus cartas cruzadas son ahora como la luz que hubo y que persiste, pues su lectura genera la alegría de saberlos amigos, compartiendo sin envidia, o sin aparente envidia, lo que hacían unos y otros.
Marcados por la actividad frenética de Fuentes, que no paraba de viajar por el mundo, y por la generosidad literaria de todos ellos, las obras respectivas de los cuatro empezaron a circular por las editoriales y las agencias de sus respectivos países y, en seguida, de España y del extranjero, donde los manuscritos de cada uno de ellos empezaron a ser editados como si fueran consecuencia de una actividad colectiva. Felices de estar juntos, eran jóvenes por dentro, por fuera y en sus libros. Y en sus cartas.

2. Gioconda Belli: “La derecha carece de trascendencia, es dura, materialista e individualista”
La novelista y poeta nicaragüense exiliada en España ha sido galardonada hace unos días con el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. [Laura García Higueras | El DiarioES]
“Llevar desde los años 70 celebrando ese territorio en discordia que es el cuerpo femenino ha sido un acto de desafío”. Y también uno de los motivos por los que la nicaragüense Gioconda Belli ha sido galardonada con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. El jurado ha elegido a la escritora —exiliada en España después de que el Gobierno de Daniel Ortega le retirara la nacionalidad— por “su expresividad creativa, libertad y su valentía poética”.
P. ¿Considera su obra valiente? ¿Por qué? R. A juzgar por el escándalo que causó que una mujer se atreviera a considerarse poderosa y sujeto de su propia sexualidad, creo que ha sido valiente. Ahora, habrá quienes piensen que se refiere a mi posición y a mi poesía política, pero quienes juzgan una poética desde el punto de vista literario no creo que se guíen por mis expresiones políticas. Ese es otro aspecto de mi trabajo, que está más desarrollado en mis ensayos y artículos. Solo un menor porcentaje de mi poesía es político.
P. ¿Cómo lleva vivir en el exilio? ¿Cree que volverá en algún momento a su país? ¿Cómo ve la situación allí? R. Opto por creer que volveré, pero no quiero que ese horizonte determine mi vida. Me siento árbol, no enredadera. Yo sé de qué color es la tierra donde estoy enraizada y soy fiel a ese origen, no importa donde esté. Eso no quita que no pueda sentirme parte de esta comunidad donde habito y con la que comparto esa patria, en la que pienso y escribo, que es el idioma, la patria más allá de la geografía. Nicaragua está muy mal, famélica y asfixiada, pero un país que sabe derrotar dictaduras, tarde o temprano recordará lo que le enseñó su historia.
3. Tom Sharpe: la risa como arma de defensa
Anagrama publica ‘Fragmentos de inexistencia’, una biografía sobre el escritor británico, quien residió en la Costa Brava durante casi veinte años. [Mauricio Bach | The Objective]
Una parte de estos papeles –diarios y fragmentos autobiográficos inconclusos– son la fuente principal de esta biografía que el propio autor pidió que se escribiera antes de fallecer, de modo que su propia voz está omnipresente en forma de citas. Se trata por tanto lo que suele llamarse una «biografía autorizada», lo cual no quiere decir que no presenten las aristas y complejidades del personaje, aunque se echan en falta más testimonios de personas que lo trataron y que pudieran aportar visiones complementarias.
En cuanto al humor descarnado de Sharpe, al conocer su peripecia vital es fácil deducir que fue para él un arma de defensa. Dijo en una ocasión que «mi biografía es tan extravagante que probablemente explica la clase de libros que escribo». Pues sí. Durante su infancia, adolescencia y juventud fue acumulando resentimiento hacia el mundo en el que vivía. Su padre, pastor de la Iglesia Unitaria, era un hombre culto pero muy severo, que mostró abiertas simpatías por el régimen nazi alemán; el paso del joven Sharpe por los Royal Marines le mostró la cara menos amable del autoritarismo militar y en las aulas de Cambridge aprendió a detestar el clasismo de las élites británicas.
4. Mario Calabresi, periodista y escritor: “Uno puede ser ex-terrorista, pero no puede ser ex-asesino”
El autor italiano recupera en su libro ‘Salir de la noche’ la historia de su padre, un policía asesinado al inicio de los oscuros ‘años de plomo’ que vivió su país, a la vez que reivindica la memoria de las víctimas y sus familiares. [Jacobo de Arce | EPE]
P. ¿De dónde sale este libro: del dolor, de la reflexión, de la necesidad de reivindicación...? R. Este libro lo escribí 35 años después de la muerte de mi padre [se publicó en Italia en 2017] y casi 20 años después del fin del terrorismo en mi país. Y lo escribí porque las víctimas estaban completamente olvidadas. Se hablaba solo de la política después del terrorismo, de cómo los exterroristas podían reintegrarse en la sociedad, de si podían participar en política, de si podían escribir libros o ir a la televisión... Pero nadie hablaba de los que habían muerto o de los familiares. El terrorismo en Italia se cobró cerca de 500 muertos. Y estos muertos estaban completamente olvidados. Se hablaba mucho de pasar esa página de la historia. Y yo estaba de acuerdo con esto, pero me dije: solo podremos pasar página cuando a las cosas se les llame con el nombre adecuado, cuando haya verdad y justicia. Mi papel era recordar los daños que provocó el terrorismo.
“Cuando lo escribí lloré mucho. Fue un libro fatigoso. Pero ha sido muy terapéutico. Me ha ayudado. Y te cuento algo que no cuento nunca: escribí este libro en el período inmediatamente anterior al nacimiento de mis hijas gemelas. Y como yo con el libro pude ajustar cuentas con la historia de mi padre, eso me ayudó a mí a ser padre. Creo que no solo ha sido terapéutico para mí, también para la sociedad italiana. En Italia, este libro ha vendido medio millón de ejemplares. Y cambió completamente el debate público. Después de este libro el Parlamento tomó medidas, el presidente de la República decidió invitar todos los años a las víctimas del terrorismo...”
5. Fito Páez viene a ofrecer su corazón
El músico y compositor argentino publica un libro de memorias en el que escribe sobre su infancia y juventud, derrochando la verdad de una vida herida y errante. [María Paredes | The Objective]
Tiene por memoria 30 discos grabados, la muerte más que temprana de una madre (tenía él ocho meses), el éxito en cientos de escenarios y un amor de su vida que jamás soñó con conseguir, pero consiguió (y perdió). Y aquí, en Infancia y Juventud. Memorias (Libros Cúpula), Fito Páez (Rosario, 1963) lo cuenta todo vaciándose como una botella del revés. Y lo cuenta bien, tiene recursos. Por ejemplo, el de marcarse un travelling de catorce páginas con el que nos hace viajar en ruta turística por su infancia, demostrando una memoria innegablemente prodigiosa por el grado de detalle que refleja la cámara.
En sus memorias no se deja ni gota de lo bebido: describe el delirio en su máxima expresión, cuando el tornasol toma el mando de su vida. Él, huérfano casi de fábrica, tuvo también que despedirse de su padre, y esas tres ausencias no dejaron de perseguirlo con los ojos muy abiertos, mirándole desde los pies de cualquiera de las infinitas camas que sujetaron la espalda de este errante convencido.
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