La inteligencia artificial sacude el negocio de la traducción: “Las máquinas son más baratas que las personas”
Clipping | 30 de noviembre de 2023 | #225
Saltan las alarmas con el uso de nuevos softwares en las traducciones literarias, dando pasos agigantados hacia un futuro en el que podría desaparecer el aprendizaje humano de lenguas. [Laura García Higueras | El DiariosES]
La IA está atravesando los poros de distintos sectores, siendo la cultura uno de sus grandes afectados. Que esté generando controversia depende en gran medida de la velocidad con la que está expandiendo sus tentáculos, dejando sin demasiado margen ni tiempo para entender en qué medida está modificando cada ámbito y cuál es la mejor manera de regularla.
El filólogo y profesor de la Universidad Pompeu Fabra José Francisco Ruiz Casanova ha reflexionado sobre ello en ¿Sueñan los traductores con ovejas eléctricas? (Cátedra). Un ensayo que arroja luz sobre sus implicaciones más allá de este oficio, por cómo el alcance de la IA va a redefinir la estructura de la industria editorial y sus medios de producción, así como “la forma en la que se va a leer en el futuro y la enseñanza de la traducción en las universidades”.

Más allá de los traductores, la otra gran afectada de la IA es la producción editorial. Ruiz Casanova se muestra sorprendido con la opacidad con la que las compañías deben estar “realizando sus experimentos” para probar cómo adaptarse a los nuevos tiempos: “Me alarma que no haya una declaración pública clara de los grandes grupos editoriales diciendo dónde van a poner su dinero o hacia dónde se van a dirigir. Me cuesta creer que Penguin Random House o Planeta no se estén planteando que esto está reconfigurando su propio negocio. Y que tienen que estar con los ojos bien abiertos porque esto no es una moda pasajera”.
Tirar de 'Scrabble' y coleccionar diccionarios: Núria Molines y lo que no se cuenta sobre la traducción [Sara Cano | Culturplaza]
2. Mario Obrero, poeta: "La poesía siempre ha estado en el lugar de los vencidos"
Tiene sólo 20 años y en su trayectoria ya figuran premios como el Loewe o el Félix Grande, logros que nunca le harán olvidar que procede de un barrio humilde del sur de Madrid y pertenece a la clase obrera. [Inés Martín Rodrigo | EPE]
P. ¿De qué forma está usted en el mundo gracias a la poesía? R. Yo creo que se está con una atención propia, porque incluso el concepto de estar atento o mirar las cosas puede ser algo paradójico. Se puede mirar las cosas cuando se hace desde una perspectiva hegemónica, pero la poesía no sólo te ayuda a interesarte, a mirar, a observar, a escuchar, a tener esa atención, sino que la atención es contraria a una lógica predominante, a un entendimiento de qué es la utilidad, de qué es la sociología, de qué son las relaciones, de qué es la historia, de qué es la memoria. En catalán, fer atenció también se dice donar l'orella, y cuando tú das tu oreja, cuando la donas literalmente a otras es cuando esa atención puede escindirse de la lógica de autopistas homogeneizante y ahí encuentras todo un cúmulo de conciencias guardadas, ni siquiera escondidas, yo diría que guardadas.
P. Desde ese posicionamiento, ¿la poesía es también política? R. Sí, claro, desde el momento en que la política es la polis, la ciudad, lo público y publicar es hacer ese ejercicio. En euskera hay una palabra preciosa que viene a significar publicar y que significa literalmente salir a la plaza, y es porque el primer libro que conocemos en lengua vasca habla de que el euskera tiene que salir a la plaza. Como la poesía es algo que sale siempre a la plaza, consecuentemente pasa al ágora, pasa a lo público, pasa a la política. Ahora bien, la conciencia poética creo que por suerte no es dependiente de la conciencia política.
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3. Guadalupe Nettel: “Vivimos desorientados. Antes creíamos en el progreso y ahora tenemos la sensación de que nos estamos desbarrancando”
¿Existe una literatura pospandémica? La escritora mexicana cree que sí y que la ciencia ficción y la naturaleza son claves en ella. Sus relatos hablan de familia, migración y raíces. [Ana Fernández Abad | El País]
P. ¿Cómo ha influido en su escritura ese cambio constante de casa, de lugar? R. Muchísimo. Nací en un barrio de exiliados latinoamericanos en Ciudad de México, crecí rodeada de chilenos, uruguayos, argentinos, escuchando todos esos acentos. Muchos eran exiliados de las dictaduras. Había historias terribles, niños que llegaban solos porque sus padres estaban desaparecidos.
P. Dice que después de la pandemia había habido una reconexión con la naturaleza, y que eso se ve en los libros. R. Sí, yo creo que todos los que somos conscientes, o no negamos el cambio climático que está ahí, que pesa sobre nosotros y ya muy cerca se ve, hemos vuelto la mirada hacia la naturaleza, hacia los animales, hacia los otros seres sintientes que están ahí y que comparten el planeta que nos estamos cargando.
4. “El cuestionamiento de la forma literaria es también un cuestionamiento de la forma en que pensamos”
El vasto territorio (Caja Negra), primera novela de Simón López Trujillo, explora las amplias zonas de conflicto, también literarias, que provoca la implantación del monocultivo de eucalipto en el sur de Chile. [Jose Durán Rodríguez | El Salto]
“Vivimos en un momento tan saturado de información que precisamente uno tiene que encontrar espacios, pequeños refugios para poder procesarla con la calma que necesita. Me interesaba que la novela fuera un poco eso. La literatura, para mí, todavía es una experiencia privada profundamente poderosa en términos de que nos permite pensar en silencio y en calma asuntos urgentes, sin el apuro de la vorágine de la información y las redes sociales”.
“Las empresas forestales tienen todo un trabajo de lavado de imagen y de defensa de la naturaleza en abstracto que es muy complejo. Con el personaje de Giovanna ironizo sobre esto. Forestal Arauco, una de las dos grandes forestales en Chile, ejerce una violencia sistémica no solo sobre el pueblo mapuche sino sobre sus propios trabajadores, naturaliza condiciones de tremenda precarización. Rodrigo Cisterna es un gran ejemplo de esto. Pero muchos científicos y académicos trabajan para ella y hacen esa especie de lavado de imagen”.
5. Juan Gallego Benot, el poeta que se inspira en la Feria y en los okupas: “Hay una Sevilla inventada en contra de la realidad”
El poeta con corazón de urbanista utópico y rebelde plasma en ‘La ciudad sin imágenes’ la capacidad de las urbes para crear símbolos, fagocitarlos y destruirlos. [Carlos Primo | El País]
La ciudad sin imágenes (La Caja Books, 2023), un ensayo surgido durante la redacción de Las cañadas oscuras (Letraversal, 2023), poemario que, cosa rara en el género, está rematado por una prolija bibliografía con lecturas de urbanismo.
La ciudad sin imágenes no es un libro de poesía ni un tratado de urbanismo, sino una creación fronteriza que reflexiona sobre la capacidad de las ciudades para construir símbolos y devorarlos, para segregar y celebrar, para ordenar la sociedad sin lograrlo del todo. Otra rareza: sus páginas están recorridas por la presencia, neurológica y poética, de la prosopagnosia.
6. Vi el futuro en la FIL Guadalajara
En los pasillos de la feria del libro, los bestsellers conviven con los clásicos, los bolígrafos y las tazas con la literatura. El reino de lo desechable se mantiene a raya, apenas. [Gisela Kozak Rovero | Letras Libres]
Pasear por los corredores confirma mi primera impresión del mayor evento editorial en lengua española: la persistencia de los llamados clásicos, impertérritos ante el abandono del humanismo literario que educó a generaciones de europeos, norteamericanos y latinoamericanos.
La visualidad y el consumo le han ganado espacio al abstracto secreto de los renglones de los libros: afiches, ilustraciones, adaptaciones a novela gráfica, playeras, llaveros, tazas, bolígrafos. Mafalda, la niña inmortal del caricaturista Quino, con sesenta años a cuestas, convoca multitudes. El objeto libro, por supuesto, sigue siendo atractivísimo e insuperable como formato, sobre todo para niños y jóvenes.
7. Agustina Bazterrica: retorno a la distopía
La escritora argentina publica ‘Las indignas’ sobre un mundo postapocalíptico con monjas entregadas a la mutilación. [Albert Gómez | The Objective]
«Yo no escribo pensando en géneros. Sin duda lo que me permite la distopía es imaginar mundos extremos. Tomar lo que sí ocurre hoy y llevarlo a un extremo absoluto. En Las indignas se torna al medievo con los asuntos que nos implican hoy como la contaminación y el mar lleno de plástico, todavía no tenemos guerras por el agua pero no sé si estamos tan alejados de eso. Luego hay el tema del patriarcado, hay países en que a las mujeres no se les permite votar o se las apedrean. La distopía me permite hablar del hoy pero creo que sí seguimos destruyendo la naturaleza como lo estamos haciendo lo que escribo puede llegar a pasar».
BREVES
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