El autor rumano, candidato recurrente al Nobel, escribe diarios desde hace 50 años, llegó a la literatura por medio de la poesía y lee sobre todo a los mismos clásicos que le formaron y que siguen impregnando su obra, construida sobre el sueño y de memoria. [Juan Cruz | EPE]
“No sé si la literatura me hace feliz, la mía propia, pero estoy muy deprimido en los periodos en los que no escribo. Hay temporadas secas, meses, un año, o dos, en los que no consigo escribir y en esos tiempos soy desgraciado. Pero cuando empiezo a escribir, me meto en la oficina y estoy delante de la página y cambio mucho, tengo otra personalidad, me concentro en lo que hago y me olvido de lo demás”.
“En poesía, mi influencia más importante fue Rilke, a quien considero uno de los mayores poetas de siempre, pero también Lorca. Me encanta Lorca. De los jóvenes, me encanta Frank O’Hara y algunos anglosajones, como John Berger. Y de ficción leo muchos clásicos, desde la tradición griega y latina, y luego Dante Alligheri, y Goethe, y Shakespeare y todos estos grandes escritores. Y luego los clásicos modernos, claro: Joyce, Virginia Woolf, y también Kafka y Musil, esa gente a la que todo el mundo elogia. Una de mis influencias más profundas son los clásicos latinoamericanos, los argentinos, los colombianos, los mexicanos…”

P. ¿Cómo explica el hecho de que mucha gente en Latinoamérica y en España se sienta tan identificada con su literatura? R. Siempre he dicho que Rumanía, mi país, es como un país latinoamericano que se perdió en Europa, nadie sabe por qué. Hablamos un lenguaje latino, como los españoles, como los franceses, como los italianos. Y tenemos el mismo tipo de historia, llena de dictaduras, de golpes de estado, acontecimientos muy sangrientos. Y tenemos la misma discrepancia entre los pobres y los ricos: como en América latina, los ricos son muy ricos y los pobres son muy pobres.
P. La literatura nos salva. R. La literatura somos nosotros, sin ella no sabemos quiénes somos. Y también sin las demás artes, sin la música, sin la pintura, sin el arte que nos rodea. Somos lo que creamos. Sin el arte, los humanos no tendrían cultura, no tendrían forma de sobrevivir. Sin la literatura, sin la poesía, a la que considero la más elevada de las artes… Porque no son adornos, son la esencia de la vida.
2. La Gran Historia Argentina Contemporánea de Lucía Lijtmaer
Tras el éxito de ‘Cauterio’, la escritora recupera ‘Casi nada que ponerte’, su crónica novelesca sobre un país que “huele a suavizante”. [Carmen López Álvarez | Coolt]
El recorrido de Casi nada que ponerte (Anagrama, 2023) ha estado lleno de baches, todos superados. La multinacional que se lo compró en un principio decidió no publicarlo —“Es demasiado raro, demasiado literario”, le dijeron— y la escritora lo metió en un cajón. Años más tarde, cayó en manos de Enrique Murillo, el que todo lo sabe (si algún día publica sus memorias, se oirán gritos ahogados en el sector editorial español), y llegó, por fin, a las librerías.
P. ¿Cómo ha sido volver a esta primera obra otra vez? ¿Cómo ha vivido el reencuentro con la Lucía de hace años? R. La verdad es que bien. Cuando tienes que hablar de un libro que ha salido siempre lo tienes muy presente y te cuesta distanciarte lo suficiente como para hablar teóricamente de él. Pero como con Casi nada es que ponerte ya tengo una cierta distancia, creo que puedo hablar de él o dialogar con él con mayor propiedad que cuando salió en 2016. Cuando publicas el primer libro todo es una especie de sueño.
Yo estoy orgullosísima de todos mis libros. Creo que ninguno responde a una idea de moda, sino a una construcción de pensamiento. En el caso de Casi nada que ponerte tiene que ver con la idea de la memoria y de la construcción de identidad. Ofendiditos tiene que ver con la libertad de expresión, pero también con el activismo y cómo se castiga, sobre todo con la ley Mordaza, cómo seguimos ahí. Y Cauterio tiene que ver con la idea de la superación del amor romántico.
3. Pascal Quignard: "Me importan más las obras que los creadores"
El escritor francés, ganador del último premio Formentor de las Letras, conversa en exclusiva con 'Abril' en París sobre su obra, sus obsesiones y el oficio de madrugar. [Carlos Abascal Peiró | EPE]
“Lo hermoso del Premio Formentor es que estimula la traducción, es decir, que los libros de uno viajan. Exceptuando el latín y el griego, hablo únicamente el francés. Freud decía : “Hay que saber atravesar la frontera”. Pues bien, este premio atraviesa la frontera en busca de nuevos lectores, lo cual me emociona más allá del reconocimiento”.
P. ¿Se lee mejor fuera de la sociedad? R. Se lee mejor en silencio. Leer es recibir. Y la lectura convoca la pasividad de mi carácter. Me cuesta terriblemente digerir el mundo, los amores, los miedos, la muerte… A muchos animales les sucede lo mismo.
P. A lo largo de su obra se percibe un abandono progresivo del yo. ¿Está el yo sobrevalorado? R. Me importan más las obras que los creadores, si se refiere a eso. En el fondo, usted y yo somos un secreto, un secreto que ignoraremos siempre. Uno es incapaz de decir "yo" al nacer. Yo fui un bebé anoréxico, sin ganas de vivir, probablemente porque sentí que mi madre no me deseaba y quise hacerla feliz. Al venir al mundo pensamos ser una prolongación de nuestras madres, carecemos de subjetividad. Amar nos obliga a renunciar al “yo”.
Invitación a Pascal Quignard, una nota y subrayados [Ronaldo González Valdés | Letras Libres]
4. Santiago Mazarrasa: “La literatura debe ser confrontación con la realidad”
“La escritura es un proceso esencialmente solitario, pero también un ejercicio de carencias que han de suplir los lectores”. Sobre su libro Caníbal sin dientes (Altamarea, 2023). [Esther Peñas | CTXT]
P. Que a un escritor le deprima la industria y el mundillo editorial, ¿habla bien de él? R. Habla bien de cualquiera el que le deprima formar parte de máquinas y maquinarias que no puede manejar, ya sea motor, engranaje o desecho. Dicho esto, no habla bien de un escritor que se convierta en vocero universal de frustraciones de origen exclusivamente biográfico, muchas de las cuales se dirigen sólo contra aquel que dijo “No”.
P. La literatura es una larga réplica…, ¿a qué? R. La literatura debe ser confrontación con la realidad, que a veces es impostada, a veces impuesta, a veces precaria y a veces excesiva. En ningún caso puede existir una literatura de la caricia o una literatura de la aceptación, que no sería más que propaganda, como no puede haber pensamiento si no es un pensamiento contra algo.
5. Charlotte Perkins Gilman y la opresión médica contra las mujeres en un asqueroso papel amarillo
Alpha Decay ha editado este año una nueva traducción del cuento El papel pintado de amarillo (1892), puntal de la literatura feminista norteamericana.
Resulta paradójico que uno de los cuentos de terror góticos más citados de la literatura universal fuese escrito por Charlotte Perkins Gilman (1860-1935), una autora no adscrita específicamente a este género. Tampoco deja de ser curioso que el relato en cuestión no esté habitado por fantasmas, brujas ni asesinos en serie, sino por la locura desatada en la mente de una mujer que ha sido sometida por su marido a una cura de reposo forzoso y nula actividad intelectual. No pensar, no hacer, no molestar. La tiranía de vivir para criar y figurar ya era terrorífica en el siglo XIX.
Aunque Charlotte Perkins Gilman no experimentó nunca este tipo de delirios, El papel pintado amarillo (Alpha Decay, 2023) puede considerarse un cuento autobiográfico. La asfixia psicológica que atraviesa la protagonista es el trasunto de la que sufrió la autora de Connecticut cuando un prestigioso médico llamado Silas Weir Mitchell le prescribió una cura de reposo para librarla de la depresión post-parto que Charlotte Perkins arrastraba desde el nacimiento de su primera hija. En el siglo XIX esa enfermedad no estaba descrita clínicamente, de modo que todo se metía en el cajón de sastre de la locura femenina y la histeria.
6. María Asunción Mateo ajusta cuentas con el entorno de Alberti
La viuda del poeta publica sus memorias y asegura que García Montero o Benjamín Prado "nunca perdonarán que el maestro se casara conmigo". [Alfredo Valenzuela | Diario de Sevilla]
"Nunca perdonarán el agravio que el maestro les hizo al casarse conmigo –además, sin comunicárselo– hasta que yo, única responsable de tal escarnio, desaparezca", escribe Mateo en el mismo párrafo en el que se refiere a este grupo de poetas como "personajillos trepadores, medio encumbrados por su cercanía a Rafael".
"Tras su muerte han querido controlar su vida y obra en exclusiva, sin casi oposición mediática, y convertirse en portavoces oficiales de acciones, decisiones y comentarios nunca pronunciados por sus labios, lo que más han lamentado es no haber sido los viudos oficiales", dice Mateo en Mi vida con Alberti. Para algo llegaste Altair (nombre con el que poeta designaba a su esposa en sus versos), publicado por Almuzara.
BREVES
Siri Hustvedt sobre Paul Auster: "El territorio en 'Cancerland' es confuso y traicionero". La escritora publica un nuevo parte médico sobre la enfermedad de su marido y explica cómo están viviendo estos meses. [Lara Gómez Ruiz | La Vanguardia]
La búsqueda de Ursula K. Leguin. Nórdica publica una selección de su poesía en un libro titulado “En busca de mi elegía”. [Antonio Iturbe | Librújula]
Confiar en els recursos de la narrativa breu. Crítica de “A les dues seran les tres” (Quaderns crema), l’últim llibre de Sergi Pàmies. [Joan Burdeus | Núvol]
“Todos llevamos una historia familiar que ignoramos.” Entrevista a Jean-Baptiste Del Amo [Mauricio Ruiz | Letras Libres]
El Gobierno del PP de La Rioja quiere eliminar el nombre de la Biblioteca Almudena Grandes [El DiarioES]